Permacultura: imitando a la naturaleza para vivir mejor

La permacultura es un sistema de diseño sostenible que respeta los recursos de la naturaleza, imitándola e integrando la organización social para sostenerlos.

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Una eco-aldea hecha con principios de la permacultura (Foto: rionegro.com.ar)

No hay una sola manera de definir a la permacultura, pero en miras al futuro y la necesidad de cambiar nuestra relación con el entorno natural, tomamos la dada por Bill Mollison, uno de los primeros promotores de este sistema: es una filosofía que trabaja con la naturaleza, y no en contra de ella.

La palabra permacultura es una contracción, que se usó por primera vez a fines de la década del 70 para referirse a la agricultura permanente. Ponerla en práctica, implica integrar un sistema que respete la evolución de las plantas y su entorno, para que se perpetúen en el tiempo y no afecten al ecosistema.

Posteriormente, la palabra se amplio para integrar también a los aspectos sociales, sin los cuales no se podría llevar a cabo este sistema sostenible. Por eso, también significa cultura permanente.

Los principios que la definen

La permacultura tiene una visión variable, que se adapta a distintos movimientos. Pero en todos ellos hay tres ejes principales: cuidar la tierra, a la gente, y con una repartición justa. Vale decir, integra a la ecología, a lo social, y a la economía.

Cuidar a la tierra, el agua y los bosques, para que la vida continúe y se sostenga en el tiempo. Implica respetar y cuidar los suelos, considerando que en ellos hay vida, y gracias a él crecen plantas, cultivos y bosques sanos.

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La comunidad es una parte necesaria en la permacultura (Foto: carlaborella en Pixabay)

El cuidado de la gente, implica considerar a la comunidad, como parte necesaria de este sistema: la familia, los vecinos, comunidades locales y regionales. Se trata de ocuparse de uno mismo y también de los demás; considerarlos para que todos puedan acceder a los recursos necesarios para su existencia. Este principio sólo es posible cuando hay un enfoque en el bienestar no material, sin producir ni consumir recursos innecesarios.

Por último, la repartición justa, se refiere a cuidar todos los recursos y redistribuir los excedentes. De manera que todo lo que sobre, se pueda reinsertar de nuevo en el sistema, como el reciclaje o el compostaje. Esto lleva a que los sistemas sean sostenibles y no se agoten rápidamente como sucede por ejemplo con la agricultura intensiva y extensiva. Con este principio, cada uno toma lo que necesita y no de más.

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¿Dónde se puede aplicar?

En la actualidad hay proyectos que aplican la permacultura de distintas maneras. Por ejemplo, en eco-aldeas que cuentan con permacultores que diseñan el funcionamiento del sistema. Llevarlo a la práctica implica mantener los tres principios que definen a la permacultura.

Algunas eco aldeas funcionan como modelos y dan talleres para que las personas adquieran los conocimientos. En ellas se aprende con la práctica, observando la interacción del ecosistema, y cómo respetarlo y aprovechar de manera sostenible sus recursos.

Pero también existen proyectos para personas que deseen integrarse a un barrio o comunidad en la naturaleza. Por lo que se puede encontrar un lugar para construir un hogar con estos principios. Aquí tenemos un ejemplo:

Aplicando la permacultura, se pueden producir alimentos, energías renovables y paisajes nativos, integrando a la comunidad de manera organizada, donde cada individuo trabaja para el fin común, que es lograr el funcionamiento sostenible del sistema.

Pero como el sistema es amplio, también se puede acceder a ella si tenemos algún proyecto cercano para comprar vegetales agroecológicos. Y de paso, asistir a algún taller, para familiarizarnos con el proceso natural para adquirir nuestros alimentos. Ese es el caso de esta finca:

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