Claves para desmitificar el amor romántico y construir relaciones sanas

¡Basta de princesas y príncipes azules! La idea del amor romántico implica la naturalización de muchas conductas que reafirman la violencia de género.

Claves para desmitificar el amor romántico y construir relaciones sanas
La idea de amor romántico hace referencia a una construcción simbólica de la cultura patriarcal sobre cómo deben ser las relaciones de pareja. (Foto: Nick Fewings – Unsplash)

Dice una frase “lo que se hace con amor, siempre está bien hecho”. Y quién no ha escuchado decir a una abuela que «amar es sufrir». Pero, ¿podemos justificar todo por amor? ¿O podemos darlo todo por amor, al punto de abandonarnos a nosotros mismos?

Uno de los mayores males de nuestros tiempos es la violencia de género, un tipo de maltrato que adopta varias formas: física, psicológica, económica, institucional, simbólica. Y lo más extremo e irrecuperable es el asesinato de una persona.

La violencia de género contra las mujeres es la más frecuente. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), 1 de cada 3 mujeres en el mundo han sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida.

El amor romántico y la desigualdad de roles en la pareja

Muchas de las conductas esperadas en hombres y mujeres en las relaciones sentimentales, establecidas como lo socialmente aceptadas, se desprenden del concepto de amor romántico.

¿Qué significa esto del amor romántico y por qué puede relacionarse con la violencia de género? Se trata de una construcción simbólica producto de la cultura patriarcal, la cual  se establece sobre la base de una desigualdad entre el hombre y la mujer. En el sistema patriarcal, existe la creencia de una superioridad masculina y por tanto el dominio del hombre sobre las mujeres en la sociedad en general.

Roles de género en la pareja
Una meta a conseguir como sociedad es desterrar la desigualdad de roles en la pareja. (Foto: Amina Filkins – Pexels)

La misma cultura es la que garantiza la permanencia de esta estructura desigual. A través de ella se sostiene una estructura social en la que los hombres tienen más poder y privilegios que las mujeres. A su vez, existe una ideología o creencia que legitima este sistema de organización.

Dentro de la forma de pensar que marca esta cultura patriarcal se establecen roles, perfiles y expectativas sociales sobre cómo es ser un hombre y cómo es ser una mujer. Y se disfraza como «natural» que las segundas estén subordinadas respecto a los primeros.

¿Todo es válido por el amor (romántico) eterno?

Desde la mirada de la cultura patriarcal, el amor romántico existe para garantizar este funcionamiento de roles de género. Plantea un estilo de vida ideal o normativo que ubica al matrimonio y a la conformación de una familia como los fines principales a perseguir para la realización de una persona.

Este modelo de sentir y amar se impone como un estado civil ideal que también moldea los roles y conductas sexuales de hombres y mujeres. La vida sexual en los primeros tiene un carácter lúdico; en el segundo caso, se relaciona con la búsqueda de una pareja ideal y no el placer en sí.

claves para desmitificar el amor romantico
Amor eterno, casarse, tener hijos, una lista de imposiciones sociales. (Foto: Gabby Orcutt – Unsplash)

Otro de los esquemas culturalmente establecidos es que el papel masculino está históricamente ligado a la escena pública, mientras que el rol femenino es ocuparse de la vida privada o doméstica.

Hasta no hace mucho, lo establecido era que el padre salía a trabajar y la esposa debía ocuparse del hogar y del cuidado de la familia. Las expectativas que se tenían sobre las mujeres era la devoción por su marido, la sumisión y una actitud de docilidad amorosa en sociedad.

Y aunque esto ha cambiado (al menos en parte), las tareas de cuidado se ligan aún hoy solo al rol de la mujer. No se ven como un esfuerzo, sino como un sacrificio o entrega a la familia que se hace por amor. A pesar de que cumpla con una extenuante jornada laboral.

En una sociedad patriarcal, a través del amor romántico se justifica la disparidad de roles. Todo se disfraza en eterno enamoramiento y fidelidad, convirtiendo al amor heterosexual y con orientación hacia la familia en una forma normativa de establecer una relación y estar dentro de ella.

Pero los mandatos del amor romántico son solo una forma cultural de vivir. No la única. Hombres y mujeres pueden identificarse con otras orientaciones sexuales, con otros roles e incluso otros estilos de vida que hoy se evidencian cada vez más como legítimas.

Lo que debemos superar para ser más felices

Es por eso que, para construir relaciones de pareja sanas, deben abandonarse las ideas que sostiene el amor romántico. Lo que no significa estar en contra del romance, ni mucho menos negar el amor. Para que se entienda, se trata de desterrar las ideas estereotipadas al respecto y sus mandatos.

No todo puede justificarse en nombre del amor. Si en una pareja no encontramos bienestar, paz, calma, seguridad y apoyo en nuestras decisiones personales de autorrealización, ¿Para que quedarnos en ella? La felicidad personal es importante y las elecciones que hagamos merecen respeto y consideración.

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(Foto: Yasin Yusuf – Unsplash)

Para desmitificar al amor romántico y construir relaciones sanas, ten en cuenta estos aspectos:

  • Independencia y autodeterminación. Es importante entender que ninguna persona es de la propiedad de otra y que las decisiones o límites que cada uno establece deben ser respetados. En otros términos, nadie puede estar obligado a hacer algo dentro de una relación sentimental.
  • Nada justifica un comportamiento violento. Si existe  maltrato físico, verbal o algún manejo abusivo, manipulación o destrato económico que atente contra el bienestar de una persona, en esa relación no hay amor sino un vínculo tóxico.
  • Igualdad de derechos y deberes. Ningún miembro de la pareja está por encima del otro; en todo caso, las decisiones se toman de a dos.
  • Honestidad y respeto mutuo. Las relaciones sanas se establecen entre dos personas que aprecian la libertad y el bienestar del otro.
  • Juntos pero diferentes. Estar en una relación no debe determinar o influir en las preferencias o elecciones del otro. Se puede estar perfectamente junto a otra persona y aceptar sus diferencias.
  • Buena comunicación. Es importante hablar sobre lo que nos gusta o queremos, discutir proyectos o tan solo compartir emociones o sentimientos.

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