¿Conoces a este animal que vive con su casa a cuestas?

Quizás hayas escuchado su nombre alguna vez. Se trata del cangrejo ermitaño. ¿Te has preguntado cómo es la vida de este animal que lleva su casa a cuestas?

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Un cangrejo ermitaño adulto, con su casa a cuestas. (Foto: David Clode – Unplash)

Se lo llama cangrejo ermitaño porque vive toda su vida adentro de su “hogar”. Pero en realidad, lejos de vivir encerrado, se desplaza por todos lados con su casa a cuestas.

Depende de los caracoles o conchas marinas para vivir porque, a diferencia de otros cangrejos, el ermitaño no tiene caparazón. Por eso entre sus prioridades, además de alimentarse, se encuentran la de buscar nuevas conchas de caracoles para mudarse a medida que va creciendo.

¿Qué los hace tan particulares?

Viven cerca de las costas de Europa y América, y prefieren los climas tropicales. ¡Les encanta andar por la arena! A diferencia de otros cangrejos, los ermitaños no tienen exoesqueleto. Poseen un abdomen blando y asimétrico, perfectamente diseñado para encajar en el interior de un caracol.

Allí mete cuatro de sus diez patas. Utiliza las restantes para desplazarse y sus dos tenazas para defenderse y alimentarse.

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Así es un cangrejo ermitaño sin protección. (Foto: Flickr @SiuWong)

Se calcula que hay más de 500 especies de cangrejos ermitaños en el mundo, que varían en su tamaño y color. Pueden medir desde los 19 milímetros hasta los 46 centímetros, es decir, el tamaño de un coco. Hay algunos terrestres, aunque la mayoría son acuáticos.

La vida de los cangrejos

Comienzan siendo huevos en el abdomen de su madre, hasta que eclosionan y son liberados al mar cientos de ellos. Las pequeñas larvas andan a la deriva hasta que pasan a formar parte del zooplancton.

Lamentablemente, deben esperar a crecer un poco para poder buscar su primera “casa”. Cuando finalmente lo hacen, la carrera por la supervivencia no cesa porque el cangrejo sigue creciendo y debe vivir en la búsqueda de nuevos hogares.

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Tienen que esperar a tener un mínimo de tamaño para encontrar su primera casa. (Foto: Marcello Rabozzi – Pixabay)

Pueden vivir de 30 a 70 años, así que imagina cuantas mudanzas tiene a lo largo de su vida. Y si para nosotros las mudanzas son estresantes, piensa en este cangrejo que pone en juego es su vida cada vez que se muda.

Sucede que, ante cada cambio, su cuerpo queda desprotegido y vulnerable a los depredadores. Además, no es fácil encontrar un nuevo hogar. Pueden pasar muchos días hasta que encuentre el que tenga el tamaño adecuado para él.

Ante la escasez, a veces pelean con otros ermitaños e, incluso, se los ha visto perseguir a caracoles hasta su muerte con el fin de quedarse con el caparazón.

Una alianza para la supervivencia

En busca de la supervivencia, algunos ermitaños desarrollan una relación simbiótica con las anémonas, otro particular animal marino que, aunque parezca una planta, no lo es.

Estas le dan al cangrejo protección contra los depredadores porque sus tentáculos son urticantes y con sus toxinas alejan los peligros. Esta relación es favorable para los dos porque, a cambio de la protección, las anémonas se alimentan de los restos de comida que arroja su vecino.

Pero, ¿qué sucede con la alianza cuando el cangrejo crece y debe de cambiar de casa otra vez? Es un evento pocas veces registrado, ¡no dejes de verlo en este video!

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